CAPÍTULO OCTAVO
Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento
Mientras don Quijote y Sancho Panza iban caminando, descubrieron treinta o cuarenta molinos, pero don Quijote creía que eran gigantes. Sancho le decía que eran molinos de viento, no gigantes, pero don Quijote no le hacía caso. Las aspas, de repente, se empezaron a mover por el viento, don Quijote le dio un fuerte golpe a las aspas y de tanta fuerza, la lanza se rompió, tanto el caballero como el caballo salieron disparados.
Sancho Panza, muy preocupado, fue a ver lo que le pasaba, pero por suerte estaba bien.
Continuaron su viaje hacia Puerto Lápice (Ciudad Real), de repente aparecieron dos frailes (curas) de San Benito sobre dos mulas y un poco más atrás viajaba una hermosa señora que iba a Sevilla. Don Quijote aseguró que eran unos encantadores que llevaban prisionera a una princesa y los embistió con su lanza.
Don Quijote se acercó a la dama y presumió de que había derrotado a sus raptores, cuando un escudero vizcaíno que oyó lo que decía, cogiéndole del brazo, le amenazó con matarlo.
Don Quijote cogió la espada con el pensamiento de matarlo y el vizcaíno hizo lo mismo. En ese momento el autor dejó pendiente el final de la batalla por no encontrar nada más escrito sobre esta aventura del famoso caballero andante.
Adam Álvarez Gartit, David Eduardo Buduruta,
Basma El Otmani, Lucía Pardo Pedroche y
Carlos Peñalver González
CEIP Virgen de Manjavacas, 6º Primaria
