CAPÍTULO TRIGÉSIMO SÉPTIMO
Que prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas aventuras.
Al despertar Don Quijote, Sancho le cuenta lo ocurrido y el grave error que cometió al destrozar los cueros de vino. Este, incapaz de creerlo, fue a comprobarlo y encontró a su princesa Micomicona (Dorotea) que le dijo que seguía necesitando su ayuda.
De repente, entra un pasajero ataviado con vestimenta mora, acompañado de otra mujer también mora, estos ordenaron una habitación, pero al no quedar ninguna las mujeres presentes rodearon a la recién llegada y le ofrecieron acomodo.
Su acompañante les informó de que no hablaba su lengua, pues era una mora que deseaba convertirse en cristiana, les informó que su nombre era Zoraida, pero entonces ella saltó:
- ¡Zoraida no! ¡María! ¡María!
Entonces, ella destapó su rostro permitiéndoles contemplar su belleza.
Cenaron todos juntos y Don Quijote dio un importante discurso sobre armas, las pésimas condiciones de soldados y la importancia y a la vez peligrosa vida de los caballeros andantes.
Tras terminar la cena, don Fernando pidió a su nuevo acompañante que contase su vida. Este aceptó de buen grado, pero avisó que esta no sería de su agrado. Así pues, se acomodó y comenzó su relato.
De esta forma, comenzó a hablar de sus batallas libradas, su vida como prisionero y su huida con Zoraida.
Ayman Bouzida, Jimena Cano Palacios, Guillermo Fuentes Medianero
y Paula Zarco Cano
IES Julián Zarco, 3ºde ESO
