CAPÍTULO DECIMOOCTAVO

Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas

Sin fuerzas llegó Sancho malherido donde estaba su amo, asegurando este que lo habían atacado fantasmas.
-No eran fantasmas, -dijo Sancho-, sino hombres de carne y hueso, y todas estas aventuras no nos traerán más que desventuras.
Siguieron los dos caminando cuando vieron una grande y espesa polvareda, asegurando Don Quijote con fuerza, que era un gran ejército, o más bien dos… y Sancho lo creyó, cuando en realidad la polvoreada la levantaban dos grandes manadas de ovejas y carneros que se dirigían al mismo camino pero desde dos sitios diferentes.
Conforme se acercaban Sancho lo vio claro, pero don Quijote no se vino a razones, y se metió en medio del escuadrón de las ovejas y comenzó a alcanzarlas con mucho coraje, tanto que los pastores atacaron contra él, quedando don Quijote malherido.
Sancho fue a las alforjas a coger con qué limpiarse y con qué curar a su amo, y como no las halló, estuvo a punto de perder el juicio y abandonar a don Quijote, pero finalmente subió a su asno y emprendieron el camino.
Se hizo de noche, y ambos estaban hambrientos, cuando de pronto vieron en la oscuridad una multitud de luces que se movían, ambos se quedaron quietos y luego se pusieron a temblar… una nueva y peligrosa aventura se acercaba.

Aitana Belinchón Martínez, Douaa El Mouaini,
Diego Manjavacas Bascuñana, Edurne Manjavacas Huélamo y
Julia Mora Márquez
CEIP Virgen de Manjavacas, 6º Primaria